El objetivo de la electrocución es matar al animal haciendo que su corazón no bombee sangre por el cuerpo (denominado paro cardíaco). Si esto sucede, el cerebro se verá privado de oxígeno y morirá rápidamente. Cuando se pasa una corriente eléctrica apropiada por el corazón, este entra en un estado conocido como fibrilación ventricular. Esto significa que las fibras de los músculos del corazón se contraen de un modo rápido no coordinado en lugar de hacerlo de un modo regular y coordinado; la circulación sanguínea se detiene y, si este estado persiste, la muerte sobreviene pronto.
Cuando se electrocuta a un animal, este se pone rígido con ligeros temblores corporales y después se relaja gradualmente. No debería haber más movimiento. La electrocución es dolorosa, por lo que es esencial que los animales estén aturdidos antes de proceder a la misma. En la práctica, esto se logra usando equipo que haga llegar la corriente en primer lugar al cerebro y después al cerebro y al corazón simultáneamente.
No se puede garantizar que todos los animales sufran paro cardíaco: si un animal muestra los signos de un aturdimiento limitado a la cabeza, como movimientos clónicos de las patas, entonces se debería desangrar de inmediato para impedir su recuperación. Del mismo modo, puede ser posible que el animal sufra un paro cardíaco sin estar bien aturdido. Los síntomas de este estado son muy difíciles de observar ya que el animal puede estar paralizado y morirá muy rápidamente, pero la presencia de movimiento ocular o reflejo corneal (reacción al tocar la superficie del ojo) son indicadores razonables. Si se produce esta situación, el animal debe volver a ser aturdido inmediatamente, se debe comprobar el equipo antes de volver a usarlo y se debe supervisar detenidamente la colocación de los electrodos.
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